El hombre habla,
Se mete en una cueva profunda y habla,
Habla en mitad de un oscuro pasadizo,
Y sus palabras reptan por la concavidad naciente,
La fabrican a sus labios invidentes.
El hombre escucha,
Escucha el paso doloroso de la caballería,
Escucha y repite como azogue torcido,
Pero el hombre no escucha su palabra.
El hombre habla,
Baliza a salivazos su derrota
Sin darle fe a la muerte de la letra,
Moviéndose en la sombra que su alma vivifica.
El hombre escucha,
Se nutre de palabras que luego regurgita,
Se nutre de visiones que opaca con el hálito del verso
Y alumbra o desvanece en un breve intervalo de silencio.
Para Pi. 91.
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